La Antroposofía entiende al ser humano como una entidad de origen corpóreo, que tiene una individualidad anímica espiritual (el Yo). Ésta individualidad interactúa con la corporalidad heredada de los padres y se desarrolla bajo influencias ambientales.

De esta forma, cuerpo y espíritu se encuentran y expresan sus necesidades a través del alma (psique), lugar donde ocurre la vida emocional del ser humano.

Es gracias a esta concepción, de “cuerpo, alma y espíritu”, donde debieran desarrollarse todas las disciplinas humanas.

Es en la educación y en especial, en la del niño/a, ser humano en formación, donde es más urgente incorporar esta visión y darle a la niñez, la educación que realmente necesita, una educación que respeta sus ritmos físicos, fisiológicos y anímicos, de tal manera, de ir educándolo en salud, esto es, permitirle la construcción armónica de su ser, sin perder la perspectiva de esta entidad cuerpo, alma y espíritu, como de una entrega de conocimientos y habilidades acorde a su edad y organicidad. Desde la educación Waldorf, educación antroposófica, estos son los principios básicos del plan escolar.

Educación como un paradigma

Todo quehacer científico, todo estudio y conocimiento humano, parte de una determinada concepción del mundo. De ciertos principios, de cierto paradigma.

La pedagogía, dependen de la imagen del humano hacia la cual se pretende educar al niño o niña.

La pedagogía observa, busca conocer, pero también busca actuar. El objetivo es obtener un adulto que, en épocas posteriores pueda sustentar y continuar la cultura. Cada época cultural tiene su ideal pedagógico.

En la Grecia antigua, el ideal era el gimnasta, el hombre que cultivaba su cuerpo y su mente, en Roma, el ideal educativo era la Retórica, convencer a los ciudadanos a través de la palabra. Desde fines de la Edad Media hasta nuestros días surge el ideal del letrado, del hombre con muchos saberes. Donde el “Saber es poder” es lo que cuenta. Y donde la mujer queda relegada a un segundo plano.

La industrialización es la que comanda los ideales y es el Hombre hiperespecializado su afán. La pedagogía lleva a que el ser humano se especialice lo más precozmente posible, llevándolo al servicio de la producción masiva, quedando inserto, como un engranaje más de la gran rueda de la economía. Pero…

Educación como formadora del ser humano

La escuela no debe considerarse primariamente como un lugar para la transmisión de conocimientos, sino como ámbito de formación humana. Así, el plan de estudio, la metodología y la didáctica, deben ser vistas como medidas para activar el sano desarrollo del niño y la niña. La educación Waldorf, nos señala que no debemos caer en este arquetipo de “hombre/mujer producto”.

¿Qué es la Educación?:

La educación es un arte, y no un sistema pedagógico. El arte de enseñar a través de la belleza, de despertar aquello que ya late en el hombre y la mujer. Se pretende no educar sino despertar. Despertar primero a los maestros y maestras, para que luego ellos despierten a los niños, las niñas y los adolescentes. La tarea es despertar las cualidades y la conciencia, por supuesto que para cumplir con lo que la realidad terrenal exige, pero también, para desplegar sus más nobles ideales e incorporar a la par, todo lo que el sentido de ser un individuo único y maravilloso, bajo la óptica de la trascendencia, de la espiritualidad humana requiera.

Para la Antroposofía, en la niñez se aprende desde la experiencia anímica, desde el alma, por ello, el desarrollo del pensar, del sentir y de la voluntad son la base de la educación. Así, el estar abierto a la experiencia, confiado en el mundo y en constante movimiento, las que son actitudes naturales del niño y la niña, son las claves de este proceso. La apertura al mundo se transforma en un pensar vivo, la confianza es la base para la elevación de la vida del sentimiento, el movimiento constante se torna en la perseverancia.

El Maestro

Todo esto cobra sentido cuando el profesor/a se asume en realidad, como Maestro/a, en vez de docente, vivencia su rol, como parte de un profundo desarrollo individual, y entiende la importancia de su quehacer.

Sabe que al trabaja con niños y niñas, maravillosos seres humanos en formación, debe observar a cada infante a su cargo, buscar y descubrir, que es lo especial y único, que cada uno trae, como regalo para el grupo, al ir desplegando su individualidad. Personalmente debe estar en permanente autoformación, ya que desde esta mirada educar es autoeducarse, es estar atento y cuidar de no traspasar a la niñez, carencias o limitaciones personales, y trabajarse en la superación de esas carencias y de potenciar todas sus virtudes.    Sabe que tiene injerencia directa en el niño/a, y todo lo que él o ella haga impactará profundamente en el infante.

Es capaz de identificar alumnos no tan solo en riesgo social o de socialización, sino que también con bloqueos emocionales, en riesgo motivacional y de estrés intelectual, por presión del medio o dado por una desmedida autoexigencia. Sabe que un niño o niña desatento y/o con bajo rendimiento necesita atención diferente y que es responsabilidad ética del profesor o profesora y la institución de educación, preocuparse por él o ella y acompañarlo, porque sabe que el comportamiento y el rendimiento escolar son fenómenos relacionales, esto es, el niño o niña desplegará tal o cual actitud o habilidad según quién y cómo lo guíe, cómo lo trate, cómo lo quiera.

El médico escolar (ver escrito) apoya esta visión del profesor como maestro y aporta su visión, para un mejor desempeño de este. Ambos trabajan unidos en pos de la infancia, en pos de la salud física y emocional de cada niño/a, y consideran que la didáctica debe ser adecuada según la fisiología (funcionamiento metabólico) particular de cada niño, según su desarrollo físico y emocional. Trabajan en lograr que la educación no sea solo el dato duro, un entrenamiento vació de la memoria, como es hoy, sino que incorpore de manera fundamental, el afecto, el respeto y la motivación en el educar. Educar con conciencia ética y estética, generando así, alumnos interesados y motivados a ser protagonistas de su proceso educacional.

En todos los años que he ejercido como pediatra, ha ido apareciendo con fuerza el ver lo necesario que es la figura del médico escolar.

Es más, creo que el verdadero pediatra del sXXI debe trabajar en relación estrecha con los colegios, tan estrecha que la consulta pediátrica debiera estar dentro de los recintos escolares.

La Medicina Antroposófica y la educación Waldorf (educación antroposófica), consideran de fundamental importancia la presencia de un médico pediatra en el colegio o escuela.

La participación del médico es importante en los centros educacionales, ya que este, da pautas de educación, de acuerdo a la fisiología física y anímica de cada niño/a, siendo el maestro quién de alguna manera generará salud, al seguir este camino de entrega de contenidos en armonía con la biología y emocionalidad infantil individual.

Desde el neurodesarrollo es importante esta visión, porque la maduración de la función de todos los sentidos y de más del 90% de las capacidades del sistema nervioso central, se alcanza durante los primeros 9 años de vida, el desarrollo de ritmos biológicos madura alrededor de los 15 años. El desarrollo del mundo afectivo, la empatía, del sentido común y del sentido del humor, fundamentales para la construcción anímica equilibrada del individuo, ocurren estos primeros años, como así el complejo control de las emociones, el control de los impulsos y el desarrollo de la voluntad.

El médico en la escuela

La clave es la observación de niños y niñas, mediante esta observación se valora la salud física, la calidad de los vínculos emocionales, el grado de madurez escolar, su desarrollo psicomotor, la capacidad de expresarse, la relación que hay entre el desarrollo artístico y el pensamiento racional. Sobre todo, la empatía, la motivación y el desarrollo de la voluntad. Sabemos que la forma en que se lleve a cabo el desarrollo durante la infancia y la juventud, y su equilibrio con lo intelectual, será determinante para la salud y calidad de vida del adulto, para así poder entregar a la sociedad individuos sanamente desarrollados en todos los ámbitos del ser humano.

El médico tiene el rol de apoyo al maestro en la forma de educar a un niño o niña.  Lo primero es observar su mundo emocional, como están sus vínculos afectivos, si tiene un apego seguro o no. Ello es muy importante ya que permite precozmente apoyarle en las relaciones que el niño y la niña van estableciendo en casa y en el colegio, pero, además, identificar como ese ser en particular se vincula con el aprendizaje. Ello, porque es determinante para la formación de un ser humano sano, proveer una educación lo más orgánica posible, esto es, que el proceso de aprendizaje vaya de acuerdo a la biología y emocionalidad de los niños, de tal manera de educar sin estrés, sin desequilibrios, sin exigencias excesivas y sin desamor, para evitar la enfermedad física mental o emocional, y promover la alegría, la empatía y la felicidad.

Maestros y médicos en una relación de cooperación, y teniendo como centro las necesidades de la niñez, acompañan el proceso educativo, teniendo como herramienta fundamental la observación de niño y niña.

Lo primero es observar sus procesos emocionales, que sin duda afectan su desarrollo del sentimiento, de lo psicomotor y el desempeño escolar.

Lo segundo es ver su salud física, su fisiología o el estado de su metabolismo. Es necesario identificar esto, y poder saber, como está la vitalidad, las defensas, y en definitiva si se encuentra físicamente saludable.

Lo tercero es evaluar el grado de conciencia de sí, que presenta cada infante. Esto es muy importante porque permitirá evaluar si su conciencia de sí es acorde con la edad cronológica o no. Si es un niño más ensoñado, dormido o que podríamos considera más infantil, porque aún su ser habita en la fantasía creadora, o por el contrario más despierto al mundo, con un pensamiento mucho más concreto, lo que podemos llamar intelectualización precoz.

El grado de conciencia de si y del mundo, se relaciona con el grado de conciencia que tiene en el metabolismo o a nivel del pensar, lo que se traduce en niños con mayor o menor inquietud física, tendencia al sueño, y si tienden a prestar mayor o menor atención a lo que ve o lo que ocurre, como en su capacidad de concentración frente a un juego o una tarea. O bien serán niños y niñas con excesiva participación en el mundo adulto, muchas veces con un gran deber ser, tanto que eso los “atrapa”, o bien tendencia a la rabia, al miedo, y a la larga a la irritabilidad, depresión o excesiva dependencia del adulto.

El juego y el arte son determinantes para todo esto, ya que la creatividad, nos permite ver si es un niño/a más conectado con la fantasía, con el arte y la sensorialidad de la naturaleza o se relaciona más con lo concreto y con las tecnologías. Para ello, hay que ver como juega, si tiene un juego con riqueza de texto y contexto, vasto de imágenes o es difuso, o si claramente es simple o concreto. En los niños observar si anda detrás de la rueda, el resorte o arma mundos fantásticos, o pinta y a edades tempranas ya tiene noción del color y la forma. En el caso de las niñas solo juega a las muñecas, o pinta o el juego del té, y este juego es amplio, lleno de contenidos, o más bien básico. Del mismo modo es importante observar aquellos niños y niñas, que prefieren juegos que por siglos se han orientado más al otro sexo. Niños que son más maternales y niñas que se identifican con la espada, la pelota o le gusta el juego más físico.

Finalmente se evalúa la manera en que el niño o niña se expresa verbalmente a través de un cuento o como expresa sus ideas, en el juego. En el fondo se determina si tiene ya el “software” adecuado a su edad, si dispone de los contenidos necesarios para expresar las ideas que quiere, de manera clara y fluida, obviamente de acuerdo a la edad, o aun hay una inmadurez emocional y/o intelectual, lo que implicaría simplemente esperar a que madure y jamás apurar el desarrollo neuro afectivo en la niñez, ni mucho menos, usar medicación química para ello.

El médico escolar y la educación que enferma

Es misión del médico escolar, dar argumentos para contrarrestar el paradigma educacional imperante, una verdadera lógica de empresas, en que los niños y niñas deben tener excelente rendimiento, todo ello a costa de una sobrecarga intelectual y emocional desmedida, que lesiona profundamente su desarrollo, y genera enfermedad, siendo el mejor representante de todo esto el mal llamado Déficit Atencional.

Sin duda que, en algunos niños o niñas, por distintas razones y después de un proceso terapéutico de evaluación, y no al salir de la primera consulta del neurólogo, sea necesario el uso, por cierto, tiempo, de fármacos para mejorar la atención, la hiperactividad o la impulsividad. Desgraciadamente, de manera abusiva, sin diagnóstico adecuado, y sin una terapia que acompañe dicho tratamiento, es alarmante ver como cada día, se utilizan medicamentos químicos en la sala de clases y más alarmante aún, es que esto se considere normal y necesario para el proceso educativo de cualquier niño o niña, desconociendo gravemente no solo los efectos nocivos de dichos fármacos, sino que también los efectos emocionales, a veces irreparables en sus corazones, por sentir que solo funcionan y son aceptados gracias a un medicamento diseñado para estos fines, cuando esto no ha sido bien indicado y después de un proceso que incluya entre otros, la evaluación psicológica y de otros terapeutas.

La educación de hoy, enferma, porque genera estrés y modela un mundo emocional infantil exitista y consumista, ya que conlleva exageradas exigencias intelectuales y emocionales amparadas en el nombre de “educación de excelencia”, ella solo contribuye a sobrecargar las psiquis y los corazones de niños y niñas, y son la causa hoy en día en parte, junto a las secuelas del encierro en pandemia, del boom de enfermedades emocionales graves y de violencia infantil.

Por todo lo expuesto, hoy día, más que nunca es fundamental la participación de la visión de la medicina escolar en la educación, para ayudar a proveer un desarrollo intelectual acorde con un sano desarrollo físico emocional y espiritual de todos los niños y todas las niñas de nuestro país.

Maestros y maestras del sXXI:

Ser Maestro y Maestra es algo más que un profesor, es alguien que se auto educa al enseñar y actúa desde el mayor respeto por la infancia, porque entiende que trabaja con niños y niñas, maravillosos seres humanos en formación, lo conmina a intentar dar lo mejor de sí, para que logren un aprendizaje armónico, pero además debe observar a cada infante a su cargo, buscando y descubriendo que trae cada uno, que es lo especial y único, que cada niño o niña de su sala de clases, trae como regalo para el grupo, lo que se va haciendo evidente al permitir que cada cual vaya desplegando su individualidad.

Ser maestras y maestros, implica necesariamente estar en permanente autoformación, ya que desde esta mirada educar es auto educarse, es estar atento y cuidar de no traspasar a los niños y niñas, carencias o limitaciones personales, y trabajarse en la superación de esas carencias y de potenciar todas sus virtudes, para así por irradiación potenciar las cualidades de los infantes a su cargo.

Entienden que ellos tienen injerencia directa en la niñez. Por ejemplo, saben que la desatención infantil o el bajo rendimiento necesitan de un cuidado diferente y que es responsabilidad ética del profesor/a y de la institución preocuparse por el niño o niña, y así, acompañarlo, porque se comparte la visión de que el comportamiento y el rendimiento escolar son fenómenos relacionales, esto es, el niño desplegará tal o cual actitud o habilidad según quién y cómo lo guíe.

Por otra parte, sabe también, que la didáctica debe ser adecuada según la fisiología del niño, de acuerdo su desarrollo físico y emocional, y por ello, el apoyo médico resulta tan importante. Maestros y maestras del sXXI, trabajan para lograr una educación que no sea solo el dato duro, un entrenamiento vació de la memoria, o de “educar para el éxito”, como ocurre hoy. La cuestión es como incorporar la motivación en el educar, con educadores y alumnos interesados y provocados a ser protagonistas de su proceso educacional.

Escuela de madres y padres

Es en la infancia, donde se siembran las bases de la salud física, emocional e intelectual para toda la vida. Es necesario mirar quien es el niño y la niña, y que es lo que necesitan para ser criados y educados en salud.

A través de una Escuela de Padres, quienes ejercen el rol de crianza, pueden desde la vereda del asombro y respeto hacia la infancia, ir revisando las competencias que son necesarias desarrollar para acompañar a hijos e hijas, en el camino de la crianza desde un desarrollo armónico y amoroso.

Para todo aquel que trabaja en educación, y muy en especial para el educador, debiera quedar claro, la importancia de abordar el neurodesarrollo junto con la educación, como parte del desarrollo integral de la infancia, porque en el ser humano, todo está unido. Cada etapa se articula con la siguiente, tanto en lo físico, en lo mental y en lo anímico-espiritual. El primer paso es darse cuenta que el propio  educador, debe poseer las cualidades necesarias para acompañar el proceso educativo, para que el niño/a pueda conocer el mundo y conocerse a través de los sentidos, lo que le permite desarrollar una sana autoconciencia. Como también a través del movimiento y la superación de sus limitaciones, desarrollar la voluntad.

Debemos entender que el ser humano tiene algo espiritual trascendente, pero sólo sabrá de sí mismo en la medida que se hace consciente de sí mismo en la cotidianeidad, a través de vivir su cuerpo individual dotado de sentidos.

 Alteración del proceso de aprendizaje:

Al pretender una educación formal a edades muy tempranas, basada en el rendimiento, y el éxito como metas, se va generando estrés crónico en los niños y niñas, debido a un desbalance en la forma en que reciben esta educación versus sus necesidades afectivas y biológicas.

Problemas tales como la sobrecarga académica y la intelectualización precoz, llevan a la aparición de manifestaciones que solo evidencian el desequilibrio psico físico emocional al que ellos son sometidos,  siendo un buen representante de todo esto, el Síndrome de Déficit Atencional (ver escrito), hechos que ocurre frecuentemente en nuestra cultura materialista, que no es otra cosa que un síntoma de una educación no apta para la infancia.

1) Estrés infantil y sobrecarga académica

“Funciona y serás aceptado, serás reconocido, serás querido”.

Los niños funcionan desde el afecto, y pareciera ser que el mundo de los adultos, condiciona el darles afecto, si ellos son exitosos en el rendimiento escolar. El niño/a siente que tiene la responsabilidad de que le vaya bien en el colegio, y si no tiene éxito en ello, no será querido y aparece la auto exigencia cuando cumple las expectativas del mundo adulto y la culpa y frustración, cuando no. En este caso, el niño/a se torna cada vez más inseguro, desesperanzado, su autoestima cae más y más, mientras se van acumulando las quejas acerca de un mal rendimiento o un comportamiento social equivocado. Por su parte el niño/a “exitoso” cada vez se autoexige más y comienza a tener comportamientos de rigidez y dificultad en tolerar la frustración si no se saca una excelente nota o la tarea no queda perfecta. Muy pronto aparecerán también trastornos psicosomáticos, ya que el estrés anímico se abre paso hacia lo físico, aparece la cefalea, las crisis de asma antes de las pruebas, las amigdalitis a fin de año, la bronconeumonía a mitad de año, porque ya no da más. Si no se hacen cambios o son niños y niñas emocionalmente más sensibles, aparecen los síntomas mentales, como la fobia escolar, las obsesiones, la depresión, la agresividad, el aislamiento y los síntomas o actitudes agresivas o autodestructivas, particularmente en pubertad y adolescencia.

Pareciera ser que la educación actual produce niños y niñas, que necesitan algún tipo de tratamiento. No es posible que un 10-30% de la clase esté con algún fármaco para la atención o la ansiedad, fenómeno que la pandemia, no hecho más que agravar.

No debiera permitirse que el niño/a vaya a la escuela, solo a estudiar, a memorizar, con tareas para la casa, con exigencias y notas, que generan competitividad y frustración. Es muy importante para el sano desarrollo social, incorporar los conceptos ya mencionados. Incorporar la belleza, llevar el arte a todas las materias, llevar la risa, la alegría, la creatividad, el tiempo libre y de ocio. Recordar que el trabajo rítmico no fatiga. El profesor tiene que sentirse en su rol de maestro, educar es autoeducarse, es un ejemplo, un modelo para querer y admirar en la primera infancia, para luego imitar, cuestionar, rechazar, para volver a reconciliarse cuando ya son mayores. Por ello, maestros y maestras deben ser honestos, veraces y coherente, y por supuesto disponer de tiempo libre para sí.

2) Intelectualización precoz

Según la Antroposofía, coincidiendo con Piaget, alrededor de los 7 años, el niño da un salto cualitativo muy importante, logra la  adquisición del pensamiento operativo concreto, indispensable para el aprendizaje escolar. Iniciar antes el aprendizaje intelectual, puede provocar en el niño/a un verdadero estrés, una intelectualización precoz. Este término, significa que niños y niñas han sido sometidos a un intento de maduración intelectual anticipada, lo que de acuerdo a su fisiología física y emocional, sería forzada, a expensas de entregar contendidos educativos a una edad en que naturalmente si cerebro y sentir, no están preparados para recibir, generando una sobre exigencia, un estrés en su sano desarrollo. Como argumento, hay suficiente información particularmente en los años 50 a 70, en el primer mundo, en que se estudió cuando era el mejor momento para iniciar la lectoescritura y les quedó muy claro, que no debiera ser antes de los 6 a 7 años. La neurofisiología ha demostrado nuevamente este punto en los últimos años, al medir hormonas y neurotransmisores del estrés, en modelos de educación exigente.

Desde la antroposofía la razón de no hacer esto es muy clara, ya que las fuerzas metabólicas que antes de los 7 años, están destinadas para el desarrollo físico del niño, en la maduración de sus órganos, son desviadas prematuramente hacia el cerebro, por una mayor demanda intelectual. Este exceso de actividad intelectual genera trastornos físicos y emocionales, tales como pérdida de vitalidad, palidez, sequedad de piel, rigidez corporal, y son una de las bases para explicar el explosivo aumento de las alergias en la infancia.

En el área emocional, hay empobrecimiento de la capacidad imaginativa, desinterés por el mundo y por los otros seres humanos. Este estrés infantil crónico lleva al niño y la niña, a perder la capacidad de asombro, y otras cualidades fundamentales para desarrollar relaciones humanas sanas. Se forman niños y niñas más aptos para el materialismo que para vivir con plenitud personal.

Déficit de atención (SDA) e Hiperactividad

Durante los últimos años, ha sido empleado para un número cada vez mayor de niños, el diagnóstico de Déficit Atencional con o sin hiperactividad o impulsividad, en quienes tienen un comportamiento, que se caracteriza por un exceso de movimientos motrices, trastornos de la atención, deficiente control de los impulsos y reducida capacidad para la inhibición de reacciones emocionales.

El síntoma guía para el diagnóstico en todos los casos es; Carencia de funciones de control en el ámbito de la atención, en el ámbito de la vida del sentimiento y, lo que es vivenciado como especialmente problemático, en el ámbito de la vida volitiva (voluntad) y del movimiento.

Terapéuticamente, se implementan medicamentos (neurolépticos, antidepresivos y en especial derivados anfetamínicos) que estimulan y tranquilizan el sistema nervioso, lo que, casi a la fuerza ha llegado a imponerse como la única forma de abordar este “problema”. Afortunadamente, se está tomando conciencia, de que el tratamiento medicamentoso deberá ser reservado para casos extremos (En Europa solos e medica al 1ª 3% de los afectados, y no la 10-30 %, como ocurre en Chile), y si se usan, siempre deben ser acompañados, por modos de tratamientos tales como, el uso de medicamentos naturales,  psicoterapia,  pedagogía curativa (técnica antroposófica), psicoterapia, y sobre todo, terapia familiar, siendo la clave el tratamiento integral, con distintas integradas y apoyadas por padres, educadores y terapeutas. Es indispensable antes de partir con cualquier tratamiento tener una evaluación psicopedagógica y psicológica, para evidenciar, además que tanto afecto el estrés y el encierro de la pandemia.

Hay 2 preguntas en este tema que debieran hacerse:

¿El Déficit atencional es solo un síntoma o es una enfermedad?

La verdad que puede ser ambas cosas. Como síntoma obliga a descartar otras causas de desatención como simple inmadurez, niños con angustia o depresión crónica, niños y niñas con disfunciones sensoriales, dislexia o sobre exigencia académica o familiar.

Se habla mucho de la responsabilidad del niño o niña. Pero ¿Qué pasa con el mundo que les ofrecemos para un sano desarrollo emocional, e intelectual?:

Las pantallas:

La Televisión, los videos y el exceso de ofertas de la sobre estimulación neurosensorial y anímica.

Considerando incluso programas infantiles de calidad, existe una sobre excitación neurológica, al estar sólo 30 minutos frente a la pantalla, aparecen a la vista seiscientos cuadros diferentes viendo TV, y casi 100 veces más bit/segundo de información en juegos de video. Vemos como ocurre una destrucción de la fantasía infantil, de la cultura de la lectura y escritura, así como de la capacidad de concentración. La televisión y hoy la pantalla del celular o computador, es un problema no solamente para los niños, sino también para muchos adultos. Mediante el exceso de estímulos en TV pantalla computador, se debilita la concentración y la atención, los movimientos y cambios e imágenes vertiginosos con  sonidos, puntos, metas, golpes y violencia, no permiten la relación entre el mundo emocional y los actos representados en la película o juego de video. No hay una cuidada estimulación para la activa participación, por el hecho de que el niño/a se encuentra sentado delante de las pantallas, inmóvil, y recién después que recibe toda esa carga de bit de información, tiene la posibilidad de llevar a cabo algo de lo visualizado, a partir de la memoria.

Por su parte hay suficiente información, que incluso manejan los oftalmólogos en Chile, que el sólo hecho de exponer los ojos durante algunas horas a las pantallas, genera daño ocular irreversible y condena al uso de lentes ópticos. En Asia el 80% de los adolescentes ya usa lentes de este tipo, por esta práctica. Hecho más grave en Chile, en que, desde la total ignorancia, prestigiosos colegios han abandonado el libro y promueven desde la primera infancia el uso de la pantalla y los Tablet para leer y aprender, condenando a miles de niños y niñas al daño óptico futuro.

La televisión, el computador y los juegos de videos, provocan que vivencias, movimientos y juegos, entren a su conciencia, sin que tenga que realizar ningún esfuerzo, con ello, se experimenta un debilitamiento constante de su actividad propia y de sus funciones de control. Otro grave problema son los contenidos, debemos recordar que, las emociones se viven, no son virtuales, ocurre una verdadera experiencia y aprendizaje anímico de compleja evaluación y consecuencias. Ya hay luces claras de lo nocivo, en cuanto a los ritmos de sueño-vigilia, la posibilidad de adicción física y emocional a la pantalla, a la tendencia a la irritabilidad, a la competitividad, al favorecer una conducta demasiado egótica y utilitaria de los demás, lesionando gravemente la posibilidad de la empatía y la compasión, y de otras nobles aptitudes humanas, al fomentar la violencia, incluso de manera intensa y premeditada. Hay estudios que además indican que los menores desde los 5 años, están frecuentemente expuestos a la pornografía. El mundo adulto está tan embelesado con todo lo tecnológico y tan en la multitarea personal, que no ha sido capaz de hacerse cargo de este fenómeno alarmante, que ha sido diseñado para el lucro y control de masas de unos pocos.

El autodominio o autocontrol

Desde la mirada antroposófica, estamos frente a una sola alteración. Es la función volitiva, la capacidad de dominar los pensamientos, los sentimientos y los impulsos motrices. En los tres ámbitos de lo anímico está alterada la función del control, vale decir, la función del Yo. Existe el interés, el sentimiento y la capacidad motriz, pero, una y otra vez, da la impresión, como si estuviera expuesto a esto o aquello y no dueño de sí mismo, o dueño de la situación. Este fenómeno lo vemos en niños y adultos, y ello, puede deberse tanto a un deficiente fortalecimiento del Yo infantil por crianza y educación, pero particularmente por el ambiente complejo y enfermizo que nuestra sociedad y cultura ofrece.

 Tratamiento de un niño con problemas de escolaridad o aprendizaje

Junto con proveer de un buen diagnóstico y tratamiento por los distintos terapeutas, desde la mirada antroposofica, la intervención debe ser en todos los ámbitos, de tal manera que el niño y la niña perciban una preocupación por él y ella, entendida como legítimo interés, por parte de los adultos. La idea es generar cambios en todos los ámbitos de la vida cotidiana, la nutrición, la vestimenta, los juegos, y en el diseño de la habitación del niño, del tiempo libre familiar.

Resulta esencial la necesidad, de crear momentos de concentración y de calma interior.  El desarrollo de la relación con lo espiritual, con lo angelical, los ciclos de la naturaleza son muy importantes. El arte que despierta el amor por la vida y el ser humano. Instancias de compartir la belleza, de sentir alegría en el alma. De permitir que se conecten con su ser interior, leerles poesía y permitirnos como adultos que nos evoque emociones y compartir momentos de silencio con niños y niñas.

Es de vital importancia replantear el paradigma familiar y escolar imperante, para alejar la lógica de “sólo si te esfuerzas eres querido” o “el mundo es una jungla y debes ser exitoso para no sufrir”.  Somos seres amorosos y debemos trabajar todos conscientemente la afectividad. Es de vital importancia para el alma infantil sentir que es amado tal cual es (primer principio de la teoría del apego). Y esto es central en el manejo de cualquier niño/a con problemas.  Particularmente después de esta pandemia en que nos alejamos todos y dejamos de tener contacto físico pro sentirlo amenazante.

Creo necesario hacer una distinción entre la idea de inculcar los valores positivos en la niñez como, por ejemplo, el ser cooperador y buen compañero, con el hecho de que en algunos niños o niñas esto pasa a ser una verdadera obligación y no una guía general de comportamiento. Ello ocurre porque algunos de ellos y ellas, son precoces en desarrollar una autodisciplina y a captar ciertos aspectos del mundo social del adulto, a edades que aún no tiene los sistemas neurológicos de control y regulación del comportamiento como la auto rreflexión y el sentido común.

Es habitual que tendamos a reforzar las buenas conductas y los logros académicos, pero en estos niños sobre adaptados, esto solo contribuye a obligarlos a mantenerse en el rol de que es “inteligente” o que “se porta bien”, o que es un “modelo para sus compañeros”.

Todo ello, pasa a ser más que un alago, un mandato para él o ella, incluso inhibiendo conductas espontáneas propias de su edad, y generando un nivel de ansiedad que se irá asentando en su personalidad. Es así como, el establecimiento de una personalidad rígida, demasiado obediente y condescendiente, se acompaña de auto exigencia y una dificultad en la canalización de penas, rabias y frustraciones, generando un nivel alto de ansiedad, la que, si es mantenida en el tiempo, podrá traer enfermedad física o mental, dañando su espontaneidad y si inocencia infantil ya que se verá obligada a cumplir con las expectativas del mundo adulto, y solo atenderá a lo que se espera de él o ella, impidiendo la conexión interior y la aparición de su ser esencial. A la larga, tanta represión va desarrollando en la adolescencia, dada la alta exigencia sobre sí mismos, cuadros de profunda tristeza (depresión) o de gran rebeldía (agresividad u oposicionismo), acompañado además de evasión y enajenación a través de las pantallas, el uso de alcohol en exceso y el uso de drogas, poniendo en peligro la posibilidad de auto generar un desarrollo sano que le permita vivir la experiencia de ser un ser humano pleno.

Niños y niñas deben tener un sano equilibrio entre el juego, el ocio, el disfrutar al aire libre y la educación formal.  Desde las neurociencias sabemos lo importante que es el evitar el estrés en la educación, fuente de ansiedad, irritabilidad y desatención. De ahí que sea necesario intervenir en edades tempranas, y bajar tanto las exigencias como el refuerzo positivo en el logro académico, que en estos casos solo alimenta su estrés y sus deseos exagerados de agradar al adulto de referencia.

Finalmente es responsabilidad del mundo de los adultos, el que debe corregir esta sobre reacción identificando este tipo de niños y niñas, apoyarlos y enseñar desde la perspectiva de que la equivocación o el error también son formativos, si se viven como aprendizaje o no solo como castigo. Es imprescindible aliviarlos y favorecer toda expresión de relajo y espontaneidad, en pos de bajar su ansiedad y permitir que se salga del “rol de súper alumno/a”. Estar atentos a favorecer que deje de ser modelo de imitación o de hacerse cargo, a la par del profesor de algún niño con alguna problemática, a manera de hermano mayor. Es indispensable, además, dar el apoyo psicológico necesario cuando ya está enraizado en el menor.

Es importante aclarar que el SDA, lo veo solo como un diagnóstico que surge de la relación de un niño/a, su profesor/a y el sistema educacional imperante. Por ello, la desatención y la inquietud motora, son reflejo de como el niño o niña, está procesando una educación basada en el estrés de la sobre exigencia, un mundo adulto poco motivado y motivante, o bien de muy baja calidad afectiva.

Creo firmemente que como enfermedad no existe, solo es la conjugación de distintos factores en el contexto de una educación exigente y alejada de las reales necesidades de la infancia. Cuando nos ponemos a observar este fenómeno desde la perspectiva infantil, vemos que en la niñez nos encontramos distinto tipo de procesamiento neurológico, grados de madurez mental y emocional, enfermedad social, emocional y del alma.

Resulta necesario, construir en conjunto un camino, para encontrar respuestas, y por esa razón, unir esfuerzos, con los distintos actores, para generar una visión integradora de abordaje del SDA, y tal vez hablar de esto como “una enfermedad”, es necesario con ese fin. Una visión que recoja las distintas perspectivas en desarrollo y hacer que sean coherente a la realidad del verdadero Chile de hoy, ya que hablar de SDA es hablar de la infancia, y es un fenómeno que cruza toda la conflictiva de nuestra sociedad. Devela las contradicciones con las que funcionamos hoy.

El exceso de estímulos al cual estamos sometiendo a la niñez, la falta   de atención a sus temas, una educación polarizada solo al aprendizaje cognitivo, basada en el rendimiento, con exigencias y mas exigencias desde una edad muy temprana, sin que podamos ver al niño o niña en cuestión, sin preguntarnos quienes es, que necesita y a que viene, o más bien que dones viene a desarrollar. Y tal vez lo más importante, el nulo pronunciamiento de los agentes que definen educación, sobre el tipo de ser humano que queremos promover, desde tanto lo práctico como los nobles ideales de lo humano.

Para abordar este conflicto podemos verlo en 2 aspectos:

  1. I) Social y educacional:
  • Vemos como en el mundo de los adultos, no se educa la voluntad, eje central del problema del SDA y de su tratamiento, vivimos en la cultura de la seguridad y comodidad. Los adultos hacemos pocos actos cotidianos con las manos, con el cuerpo y con esfuerzo. En estos tiempos, no hay pasión por hacer las cosas.
  • La Televisión, y hoy particularmente la computación, los video juegos y el exceso de ofertas en todos los sentidos, provoca una sobre estimulación neurosensorial y anímica, lesionando seriamente las capacidades de atención y concentración.
  • La sobre estimulación ya mencionada, dificulta al niño/a y adulto/a a generar la posibilidad del sosiego, de la calma interior, tan necesaria para un crecimiento emocional armónico.
  • La educación se centra mucho más en la entrega de información que en el proveer contenidos de calidad, y por ello, se pierde en la forma y no en el fondo del problema, y no acompaña a los niños y niñas, en el desarrollo de sus talentos.
  1. II) Desde la óptica de observar al niño/a:
  • El diagnostico de SDA, se hace indiscriminadamente en otros niños y niñas que no necesitan medicación química, o necesitan desesperadamente otro abordaje educativo. Niños y niñas creativos, que atienden solo a lo que les parece interesante. Algunos con procesos cognitivos diferentes, como la dislexia y otros fenómenos, que presentan un pensamiento simbólico, que es distinto a lo habitual, con conexiones neuronales diferentes, lo que exige otra forma de entregar contenidos. O bien, con niños y niñas que simplemente tienen angustia o bloqueos emocionales, que les impide atender y “rendir” como lo exige el colegio y la familia.
  • Todos ellos, todo niño y niña, con alguna dificultad escolar, necesita de la acción conjunta de los adultos que los rodean, que se relacionan con él/ella. Sabemos que los mejores resultados en el tratamiento del SDA, es cuando los padres, profesores y terapeutas, se alinean o sea, sus voluntades trabajan por un solo objetivo y el niño/a, se da cuenta de ello y lo interioriza,  y así también se mueve y despierta  su propia voluntad, tan necesaria para un sano desarrollo.
  • Los grandes olvidados, el amor y la verdadera aceptación de la diferencia. Humberto Maturana dice que amar es ver al otro como un legitimo otro. Entonces, la educación debe ser amor también. Todo niño y niña debe ser visto como un legitimo otro, llenos de sorpresas, de grandes posibilidades. Y las dificultades que vayan presentando, entenderlas como manifestaciones de su ser, de sus potencialidades. Siendo misión y deber de quien educa acompañarlos en su proceso de hacerse personas, alentándolos a superar las dificultades.
  • Rudolf Steiner, padre de la Antroposofía, dice que quién educa a un niño, debe comprender que educar es autoeducarse. Preguntarse frecuentemente, que trae ese niño para mi, y frente a sus dificultades, que debo aprender y como Yo me hago responsable de ayudarlo, reconociéndolo entonces, como un legitimo otro.

Solo poniendo verdaderamente la infancia en el centro, solo así, podemos educar de manera más humana, y ser capaces de lograr el fin superior de la educación, educar en libertad.

Y parafraseando a Pablo Neruda y su célebre discurso, en la entrega del premio Nobel, decir que padres, educadores y terapeutas, armados de un anhelo, de una ardiente paciencia, podremos conquistar las esplendidas ciudades, para dar la luz del saber, la justicia del corazón y la dignidad en el hacer, a todos los niños y niñas de nuestro país y del mundo…

Para criar y educar en el siglo XXI, es necesario hacer un replanteamiento de que es la infancia, que necesitan niños y niñas para crecer y desarrollarse en armonía y felicidad, y que competencias necesitamos madres, padres, familia, cuidadores y maestros, y probablemente toda la comunidad, para acompañar este proceso de crecimiento y desarrollo durante toda la infancia y probablemente la adolescencia.

Criar y educar implica la necesidad de comenzar a revisar nuestras creencias, paradigmas, y actitudes en torno a estos temas, revisar los desafíos del presente y futuro, como son particularmente en este mundo tan cambiante, temas tan complejos, como nuestra relación con las nuevas tecnologías, una profundización en la industrialización de los alimentos, y todo lo relacionado con el resquebrajamiento de la convivencia social, y lo vinculado a la discriminación y violencia, además de todo lo dejado por la pandemia.

Para ello, se hace necesario, más que nunca incorporar la dimensión del desarrollo personal, y la introspección de cada uno de los adultos que se vincula con un niño o niña, a la hora de interactuar y tomar decisiones frente a temas que competan directa o indirectamente con la infancia.

El infante es un ser humano en constante maduración y transformación, resulta importante preguntarnos qué tipo de crianza y educación son más conveniente para un sano desarrollo físico, emocional e intelectual. Por otra parte, y en relación con esto, la dimensión infantil necesita sentir que el mundo es coherente y pleno de sentido, ya que ello genera un clima saludable en sus vidas, y para ello, somos los adultos los llamados a conquistar la coherencia en nuestras vidas, para así transmitirles la seguridad necesaria, para vivir y desarrollarse armónicamente.

Es necesario cultivar el trabajo interior, como una manera de abrir nuestra percepción, darnos espacios de calma y silencio interior, de sentirnos en conexión con lo trascendente. Este cambio, nos ayudará a desarrollarnos más plenamente, y por ende les ayudaremos a ellos y ellas, ya que el empoderamiento de madres y padres, contribuye a generar las habilidades de resiliencia en la infancia, lo que no se enseña intelectualmente sino solo con la vivencia y el ejemplo.

Así, el mundo adulto, van entendiendo que los niños y niñas también son “legítimos otros”, como diría H. Maturana, a los cuales debemos observar detenidamente con la óptica del asombro y desarrollar la práctica de cuestionarnos profundamente nuestras creencias y actitudes en torno a ellos y ellas. De esta manera el desarrollo personal y el empoderamiento del adulto, son claves a la hora de hablar de la infancia, de comenzar a desarrollar una crianza y una educación acorde a las verdaderas necesidades que tienen en el s XXI, niños y niñas, para hacerlo en salud y con un profundo amor.

Generar una escuela de padres y madres en comunidades y colegios

La invitación es a revisar una serie de temas ligados al mundo infantil a manera de taller de madres y padres. Para ello, desarrollamos los diferentes aspectos en relación a salud y cómo se presenta el paradigma actual sobre esta, para luego ahondar en la medicina Antroposófica, y la búsqueda de un estilo saludable de crianza, a través del concepto de salutogénesis, acompañado de definiciones sobre una alimentación más sana y consciente, factores  emocionales que ayudan a generar una vida saludable, y lo importante que resulta considerar los factores ambientales para este fin, como también una revisión del núcleo básico de nuestra sociedad, esto es la familia como agente generador de salud.

Además, se aborda el tema de la Educación, basado principalmente en el modelo Waldorf, junto con una mirada al neurodesarrollo centrado en el estímulo amoroso, como agente modulador y moderador. Revisando como debería ser la educación de nuestros niños y niñas, y como debieran ser las competencias y el trabajo de todo adulto que eduqué niños y niñas.

TEMAS A TRATAR

Estilos de crianza Saludables

1) Cambios en el paradigma médico

2) Alimentación sana en el s XXI

3) Preocupación por el medioambiente

4) Salud mental y vínculo

5) Familia y estilos de crianza

6) Creencias y crianza

7) Traspaso transgeneracional

Educación

  • La vivencia integral del naciente ser humano
  • Herramientas del bebé; Imitación, movimiento, juego
  • Necesidades del bebé; vínculo, asombro, entusiasmo
  • Cuidar los sentidos
  • Educación para la salud
  • Educación para generar un pensar vivo, libre de prejuicios y convencionalismos
  • La pantalla y la infancia
  • Enfermedades relacionadas a una educación competitiva

El adulto, crianza y educación

  • Las competencias amorosas del adulto; saber mirar, abrazar y acariciar a los niños y niñas
  • Aprender a observar a los hijes y a la niñez en general
  • La desatención del adulto o vivir en lo urgente
  • Bases de la autoconciencia y autorreflexión del adulto.

Como parte de la labor del médico escolar, está la difusión a la comunidad. Por ello, entre otras actividades se realizaron 3 congresos a cerca de la mirada en que la Antroposofía ve la educación, esto es, Educar en Salud.

Este 3° congreso buscó posibilitar un espacio de reflexión entre profesores, familias, médicos y terapeutas, sobre los aspectos que están involucrados para lograr una educación más armónica con el desarrollo infantil.

A través de un real y efectivo acompañamiento en el proceso educativo, junto con permitir que los menores se desarrollen sanamente, en torno a sus intereses y descubrimientos, se logra el objetivo último de este congreso; Educar en Salud.

Desde una mirada médica, se abordó el tema con preguntas básicas como ¿quién es ese ser humano?, ¿qué aspectos involucran su existencia? y ¿cómo acompañar su proceso de desarrollo?, para desde allí analizar cómo funciona el sistema educacional actual y por qué ha afectado negativamente el desarrollo anímico, físico y espiritual, de niños y niñas, evidenciado en la aparición de distintas enfermedades como el controvertido déficit atencional, el bullying, entre otros.

A nivel pedagógico se trabajó todo lo que tiene que ver con el educar en sí, el ¿cómo queremos educar a nuestros niños?, ¿qué elementos pretendemos potenciar o desarrollar en el proceso educativo?, ¿con qué herramientas vamos a trabajar? y ¿qué procesos pedagógicos desarrollaremos para obtener la máxima expresión de sus capacidades?

Finalmente, en un sentido más trascedente o de futuro, se buscó responder ¿para qué estamos educando a este niño? Y en este último punto, preguntarnos sobre qué tipo de personas queremos que este niño y niña sean para la sociedad y qué estamos haciendo para ello.

Este camino reflexivo se condujo bajo la mirada y herramientas que la Antroposofía nos aporta, tanto en el modelo pedagógico Waldorf, como en el camino que la medicina antroposófica nos muestra.